La ABAO-OLBE cerró su temporada 2016/2017 con “Andrea Chénier” y contó para la ocasión con Gregory Kunde como protagonista. Al igual que en Roma, el tenor americano ha obtenido un gran éxito de crítica y público. Hemos podido leer en la prensa especializada las siguientes palabras de elogio:
- “El tenor estadounidense Gregory Kunde ya había causado impresión en Bilbao hace dos años con una doble interpretación de Cavalleria Rusticana de Pietro Mascagni (1863-1946) y Pagliacci de Ruggero Leoncavallo (1857-1919). Tras su debut en el rol de Andrea Chénier el mes pasado en el Teatro dell’Opera de Roma, ha vuelto a regalar al público un canto robusto y refinado, un fraseo impecable y una musicalidad perfecta, desde su Un dì all’azzurro spazio (una de las arias más bellas de la ópera) hasta el apoteosis final, pasando por su Come un bel dì di maggio”. Frederik Verbeke (Eklektika)
- “Hablar a estas alturas de lo que se ha llegado a llamar “el milagro Kunde” resulta un poco banal y reiterativo. No se consiguen milagros sin trabajo ni esfuerzo y el tenor norteamericano ha demostrado tener mucho de ambos, pero sí que sigue admirando la aparente facilidad con que aborda nuevos retos “tenoriles” y añade a su ya prolongada nómina de personajes uno de tanto gancho como Chénier. Oyéndolo en la representación que comento se diría que llevara años representando el papel, al que habría dado, después de ese tiempo e innumerables representaciones, su sello personal. Pues no. Kunde debutó este rol esta misma temporada. Asombroso. Aborda Chénier de una manera clásica, canónica y comprometida, con arrojo. Ningún agudo, piedra de toque del papel, queda sin colocarse perfectamente, con exacta proyección y elegancia, sonando todos siempre claros y límpidos. Tampoco defrauda en el resto de los registros aunque sea justo también anotar alguna nota más fatigada en los pasajes más apianados. Pero desde un espléndido «Un dì all’azzuro spazio», pasando por el gran dúo del segundo acto y «Come un bel dì di Maggio» hasta el apoteósico final, su trabajo fue impecable. Bravo, maestro”. Javier del Olivo (PlateaMagazine)
- “Andrea Chénier fue Gregory Kunde quien en esta última y sorprendente etapa de su carrera está asumiendo roles como tenor lírico spinto cuando no claramente dramático. La voz del cantante estadounidense se ajustó como un guante a las necesidades de una parte en la que se desenvolvió con aparente comodidad. Incluso bastante mejor que en sus exitosas últimas apariciones por territorio español caracterizado como Otello, Pollione o Arrigo, que quien esto suscribe ha tenido la oportunidad de presenciar. La gran proyección de su voz y su cálido fraseo, se impuso con naturalidad por encima de una zona media y grave menos ahuecada que en dichas ocasiones así como de una emisión más homogénea”. José Amador Morales (Codalario)
- “La presencia y la vocalidad de Kunde sobre un escenario resultan arrolladoras, con un agudo poderoso y restallante y una línea de canto de enorme nobleza y expresividad. Todo ello, unido a una entrega dramática realmente notable, hace que su Chénier resulte convincente y conmovedor, entusiasmando al público especialmente en su aria del primer acto y en el dúo con Maddalena del segundo”. Jesús Aguado (Mundo Clásico.com)
- “Gregory Kunde da vida en la obra al carismático poeta Chénier. El tenor norteamericano interpreta al personaje con una impactante destreza técnica y una emoción ininterrumpida que abarca hasta los finales de frase, lo cual demuestra hasta qué punto mima el artista la interpretación que requiere cada uno de sus roles”. Susana Santolaria (Act Teatro Bilbao)
- “Volvemos a encontramos con júbilo con el electrizante dúo que forman Gregory Kunde y Anna Pirozzi. Con el memorable Roberto Devereux en este mismo escenario hace poco menos de dos años, los directores descubrieron el atractivo de unir al tenor americano y a la soprano italiana. La arrogancia vocal, el temperamento impetuoso y el sentido musical que comparten ambos artistas pone al público en pie cuando sus voces suenan juntas. La seguridad del tenor sigue despertando la misma admiración, especialmente cuando se enfrenta a una partitura ciertamente difícil, que exige una dosis exacta de ternura y valor. Ya sea como poeta, como ardiente enamorado o como osado revolucionario, su Andrea Chénier brilla con elegancia y donaire, y con la resplandeciente salud de una voz que parece no tener límites. Podríamos citar cualquiera de sus arias, pero nos ha deslumbrado particularmente el tercer acto con un «Si, fui soldato» cargado de autoridad”. Nicolas Griennenberger (Classiquenews.com)
- “Y nada más se puede ya decir de Kude y Pirozzi, una pareja habitual en este escenario y que no defrauda ni en vocalidad ni en interpretación”. Nora Franco Madariaga (Gara)